El encanto de la gasolina barata.
Algunos analistas y funcionarios coinciden que la política de estímulos fiscales a los combustibles está ayudando a restar entre 1.5 y 2 puntos porcentuales a la inflación mensual en el país. Además, los estímulos fiscales al impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) tiene un componente social y político. La gasolina es uno de los bienes cuyo precio es más visible por lo que cambios drásticos pueden resultar en agitación social. Sin embargo, atemperar la inflación y los ánimos tiene, al menos, cuatro impactos negativos.
Primero está el costo para las finanzas públicas. La política de estímulos a los combustibles ha generado pérdidas fiscales por 176 mil 681 millones de pesos a la segunda semana de junio. Para poner esto en perspectiva, esta cifra es más que el presupuesto anual destinado a la Secretaría de Defensa Nacional o la Secretaría de Salud. De acuerdo con las estimaciones del IMCO, no hay ingresos petroleros que alcancen para cubrir esta política fiscal. En un contexto de bajo crecimiento económico y altos precios del petróleo, continuar la política de estímulos fiscales ocasionará un balance fiscal negativo que tendrá que ser cubierto con deuda.
Además, esta política beneficia a los que más tienen. Los 33 millones de automóviles en el país utilizan principalmente gasolina magna y premium, cuya demanda se concentra en los hogares con mayores ingresos, y por lo tanto son quienes más se benefician de los estímulos al IEPS. En contraste, menos de un cuarto de los vehículos del país son camiones y camionetas para carga (10 millones) y para pasajeros (450 mil); vehículos que suelen tener motores diésel. Si el estímulo fiscal hubiera estado focalizado en la gasolina diésel, la pérdida neta hasta la segunda semana de junio hubiera sido de 45 mil 384 millones de pesos, un tercio del costo de la política actual.
La política de estímulos a combustibles tiene un costo de oportunidad real. El Gobierno Federal no está haciendo lo suficiente por contener los precios de los alimentos, cuyo incremento afecta más a los que menos tienen. De haber dado estímulos al diésel, los recursos restantes pudieron haberse utilizado en reducir el costo de los alimentos y fomentar la productividad del campo a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, que ha sufrido importantes recortes durante esta administración. La discusión centrada en gasolinas ha hecho olvidar otros temas importantes, como la injustificada prohibición del uso de maíz transgénico para la alimentación animal y el uso del glifosato como herbicida, producto permitido en la Unión Europea y Estados Unidos.
Por último, la política de estímulos fiscales tiene un costo ambiental. Los estímulos al IEPS son distorsionantes ya que impiden que la demanda por combustibles se ajuste ante cambios en los precios, desincentiva el uso de alternativas de movilidad e impide capturar los costos ambientales y de salud que ocasiona el uso del automóvil. Cabe mencionar que, incluso con precios elevados y una actividad económica por debajo de los niveles de 2019, durante las dos primeras semanas de junio observamos la mayor demanda de combustibles de los últimos tres años, por lo que podríamos esperar una mayor demanda por el resto del año.
El alza de los precios de combustibles debería de ser un llamado a transformar la movilidad urbana y acelerar la transición energética del país. Es necesario rediseñar y restituir el Fondo Metropolitano, desarrollar infraestructura de movilidad más incluyente y dar incentivos para la compra de vehículos eléctricos e híbridos de gama media y baja.
El encanto de la gasolina barata nos está saliendo caro. Aunque los estímulos a la gasolina favorezcan políticamente al gobierno actual, su impacto negativo en las finanzas públicas, en la desigualdad, y el medio ambiente son elevados. Ante un escenario de alta inflación y bajo crecimiento económico, los subsidios de esta política serán cada vez más costosos. ¿Habrá quien se atreva a revertirla o simplemente aceptamos que en México la gasolina barata se consigue a costa de actuar por los más vulnerables y las generaciones futuras?
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