¿Se acabarán los autos a gasolina? Confusión en la industria
Cuando en noviembre de 2020, el gobierno del Reino Unido anunció con gran fanfarria su compromiso de prohibir la venta de nuevos automóviles a gasolina y diésel a partir de 2030, la noticia fue vista como un paso firme hacia la descarbonización del transporte y la promoción de vehículos eléctricos (EV), de acuerdo con Business Green.
Sin embargo, recientes filtraciones de información sobre la posibilidad de retrasar la prohibición hasta 2035 han generado confusión y preocupación en la industria, y tambalean la coherencia y credibilidad del gobierno frente a sus compromisos ambientales. ¿Se acabarán los autos a gasolina?
¿Retroceso el transporte sostenible?
Luego de que se filtrara información sobre la posibilidad de que el gobierno británico retrase la prohibición para acabar con la venta de vehículos nuevos de gasolina y diésel, la industria automotriz ha criticado la medida.
Importantes fabricantes de automóviles, empresas de suministro de baterías y los desarrolladores de infraestructura de carga han expresado su preocupación por el impacto que esto podría tener en sus inversiones y en la viabilidad de sus proyectos a largo plazo.
La falta de claridad y la incertidumbre en torno a las políticas gubernamentales pueden ser perjudiciales para el mercado de vehículos eléctricos. Como señaló Mike Hawes, CEO de la Sociedad de Fabricantes y Comerciantes de Motores (SMMT), la confusión y la incertidumbre pueden obstaculizar la adopción necesaria de automóviles eléctricos.
Impacto en la industria y el medio ambiente
El posible retraso en la prohibición de los autos a gasolina y diésel plantea cuestiones importantes en términos de impacto ambiental. Si se pospone la fecha límite hasta 2035, millones de automóviles con motores de combustión interna seguirán circulando en las carreteras del Reino Unido más allá de 2050, un momento en el que el país se ha comprometido a lograr emisiones netas cero.
Además, la industria de la infraestructura de carga también se vería afectada. La fecha límite de 2030 había actuado como un catalizador esencial para atraer inversiones en esta área, y cualquier retraso podría comprometer todo el sector, incluidos los empleos y la confianza de los consumidores.
Ford, por ejemplo, comprometió $50 mil millones en electrificación y planeaba lanzar nueve vehículos eléctricos para 2035, con una inversión considerable en el Reino Unido.
Ante las críticas por la incertidumbre en la industria y las implicaciones de responsabilidad social que ha generado la posible postergación de la prohibición de venta de autos a gasolina y diésel en el Reino Unido, Kemi Badenoch, Secretaria de Negocios del gobierno, ha expresado escepticismo sobre la sinceridad de las declaraciones públicas de la industria automotriz.
Este contraste entre las declaraciones públicas y los deseos privados arroja un matiz interesante a la discusión sobre el futuro de los autos a gasolina. Si bien algunos fabricantes de automóviles han anunciado inversiones significativas en la electrificación de sus flotas y la transición hacia vehículos eléctricos (EV), las conversaciones filtradas sugieren que sus intenciones podrían seguir a intereses privados y que podrían no estar completamente alineadas con los objetivos de sostenibilidad proclamados públicamente.
En última instancia, la respuesta a si se acabarán los autos a gasolina o no pone en peligro los avances hacia vehículos más limpios, lo cual es esencial no solo para cumplir los compromisos del gobierno británico con la descarbonización, sino también para reducir el impacto ambiental y garantizar un futuro sostenible.
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